domingo, 19 de abril de 2009

Las luces mágicas

Hoy quiero hablar unos cuadros que vi, y que no puedo mostrar por cuestiones de copyright. Son de una pintora.

Los cuadros tienen el color dentro de ellos, no lo proyectan hacia fuera, lo tienen en sus mundos infranqueables a los que quisiéramos llegar pero no podríamos de ningún modo. Me pillé a mí misma recordando lugares que había visto, y deseando que ella los pintara para mí. Deseaba ver el mundo con sus ojos, con los ojos que sacaban rojo fuego a los ríos, plata a los troncos de los árboles. Quién pudiera ser un paisaje y estar en su memoria para poder ser simplificado.

Quisiera vivir en uno de estos paisajes. No son simplemente naïve, son algo más que eso. Tampoco son osados.

De todos me llamó la atención uno. La catedral de Ripoll, que aparecía mucho más multicolor que el desnudo que tenía cuatro cuadros más allá. Era uno de los cuadros más pequeños, sólo un pastel, como un apunte. Pero era extraordinario, tal vez sin pretenderlo. A lo mejor era el resultado de un dibujo de reunión en que la pintora hubiera estado jugueteando con los lápices de colores, rellenando sin ton ni son un dibujo a lápiz de una catedral de Ripoll representada con todo lujo de detalles, pero con la vigorosidad y la curvatura de un objeto vivo, ahora coloratura. La catedral de Ripoll vista por Gaudí?

Me entraron ganas de ir allí, de poder aparecer en el preciso instante en que la pintora había descubierto aquellas luces gamberras que habían provocado ese infotografiable efecto lumínico.

Tengo un amigo que se dedica a la fotografía de manera no profesional. Dice que los paisajes debes trabajarlos tú, encontrar lo que hay en ellos para obtener resultados estudiadamente evocadores y bellos.

Me cuenta mi amigo que existe un momento al atardecer, y a veces también de madrugada, un breve instante en que lo que estás viendo sí es posible fotografiar y dejar plasmado en papel fotográfico o en soporte digital. Ese momento no precisa de filtros ni de retoques de luz y color, y se llama el momento de las luces mágicas. Saber esperarlo y reconocerlo es cuestión de montones de experiencia y de paciencia. No estoy hablando de algo mágico o paranormal, sino de algo conocido y habitual en el mundo de la óptica y la fotografía.

Parece como si esta pintora hubiera vivido permanentemente en busca de las luces mágicas. Un poco como Van Gogh.

Estos cuadros curan cosas. Se ha descubierto que si se padecen ciertas afecciones, se pueden curar con estos cuadros. Basta con pasar unas horas al día rodeada de multitud de ellos. Algunas enfermedades pueden curarse mirando campos de jockey sobre hierba vacíos. La ansiedad y la angustia, por ejemplo. Cuando alguien se encuentra en situación de enorme desasosiego, entonces lo conduzco al campo de jockey sobre hierba. Si en alguna ocasión os habéis enfrentado visualmente a un campo similar, sabréis que la hierba limpia, densa, tiene en estos lugares un tono verdoso muy artificial. La hierba que se emplea para ellos quiere tener un toque azulado, y parece como un engaño, como si se llevaran gafas con un filtro de color.

En los peores momentos de mi vida me he enfrentado al campo de jockey de mi ciudad, para tratar de sosegarme y siempre lo he logrado. También tienen un gran sosiego sobre mí las montañas de diversas tonalidades de lila que aparecen en el Empordà por los atardeceres, formando una bella pared de los Aiguamolls. Pero muchas veces he pensado que tal vez el sosiego lo confieran por la inmensa belleza de los colores y la pureza de las formas, tamizadas por la luz del sol que se está marchando. Las luces mágicas quisiera yo ver en estos momentos, para poder captar, para poder inmortalizar estos colores. Pero los colores no son sino efectos abstractos en nuestra retina, gracias a la proporción de células que cada uno tenemos dispuestas como una capa, muy parecido a las cámaras digitales.

Otra de las veces en que me he encontrado con colores terapéuticos es cuando he visto los cuadros de esta pintora. Dónde está la explicación? He visto cientos de obras de arte de la pintura en decenas de museos a lo largo y ancho del mundo. Y estos son los cuadros que me proporcionan alivio de mis penas.

Nada bueno iba a suceder hoy hasta que he visto estos cuadros. Buscaba sosiego por doquier cuando de pronto he encontrado estos cuadros.

El efecto de estos cuadros, va más allá del simple placer de la contemplación. Hay una parte que realmente entra por unas vías por las que no entra el lenguaje, ni el gozo estético intelectual amante de la simetría y la proporción. Entra por el sistema nervioso autónomo, es como un destello de colores que mejora las capacidades para tolerar situaciones adversas. No sé en qué consiste pero posiblemente deba estudiarse.

Esta artista ha desarrollado un método para frenar el circuito en algunos nudos neuronales donde existen pequeñas soluciones de continuidad y donde puede perderse información. En estos puntos débiles, en estos núcleos, se puede incidir con destellos de algo significativo, pero es preciso reunir una gran cantidad, una gran densidad de estos estímulos, que pueden ser auditivos, olfativos, táctiles, y en este caso son visuales. Las luces mágicas.

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