sábado, 11 de abril de 2009

Cormoranes y otras pesadillas


Muy a menudo sufro una gran oposición entre mis dos cerebros, lucha a la que ya me estoy acostumbrando últimamente. Uno de ellos es el que escribe, expone. El otro es el que tiene la ideas. Mal asunto. Esta configuración del ordenador (por qué les llamarán así, por cierto?) que tengo dentro de mi cráneo, justo por encima de los ojos, es la que me impide seguramente conseguir buenos resultados. Ni siquiera consigo impactarme a mí misma.
Pero he de confesar algunos de los temas e imágenes recurrentes y preferidos de mi cerebro derecho, el inventivo, tiene que ver mucho con los siguientes hechos: carneros que se resbalan por una grieta en un desfiladero y que se quedan encallados en medio, sin caer hasta el fondo ni poder extraerlos. Cormoranes muertos que aparecen secos encima de la mesa de desayuno, con un extraño diente en forma de gancho en el interior del pico inferior. Niños que se quedan encerrados en salas de equipaje de los grandes aeropuertos durante horas. Adolescentes que se pierden en la montaña y vagan por distintas casas con luz sin que nadie les acepte y les permita pasar la noche bajo techo. Niños que empujan a otros en cuevas secretas para que se caigan al mar enfurecido lleno de olas. Viejas de los pueblos que son torturadas y mueren entre llamas porque todo el mundo considera que son las que han desencadenado una serie de desgracias. Niñeras a las que se les cae un bebé por un precipicio, y tratan de tapar el suceso con excusas, quedando la memoria del bebé como algo borroso y legendario.
Uf.
No os podéis imaginar lo difícil que es anotar todo esto con el freno del cerebro izquierdo, que es el que escribe, intentando que no lo haga. De hecho he parado porque no puedo más.
Seguramente la mayoría de grandes escritores de fantasía lo hacen porque han adquirido la habilidad de detener físicamente la preponderancia de su cerebro izquierdo, del mismo modo que hay quien aprende a hacer la vertical-puente.
Y ahora lo peor: todas las imágenes que he mencionado (y muchas otras) proceden de hechos reales. Ya se sabe eso de que la realidad...

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