viernes, 6 de marzo de 2009

Beethoven inventó el "just do it".

Dice mi profesor de música: Beethoven llevaba las ideas a la práctica, no era un teórico que sólo opinaba sobre las cosas que había que cambiar en la historia de la música. Él cogía y lo cambiaba.
Cuántas veces he querido hacer estas estructuras formales: una suite o serie de historias no tan largas como una novela ni tan cortas como un cuento, que están escritas en una misma tonalidad, o bajo un mismo signo. Un fuga o sucesión de historias, solapadas, en que los personajes secundarios pasan a ser principales en el siguiente cuento.
De hecho otras modalidades de estructura formal ya las habían esbozado antes otros. Pero no sé con qué éxito. A lo mejor alguien deba llevarlo a la práctica. Pero eso no es precisamente lo que confiere atractivo a una obra de arte, sino que es la calidad, lo que se palpa. Es lo que le decía yo hoy al profesor de música: sí, Beethoven y su revolucionario cambio en la estructura de la forma musical. Pero qué hay de su inexplicable originalidad? De su dejarte colgado, de su maravillosa manera de hacer que desees un poco más aún, y de ir mejorando por momentos, de hacer que siempre la realidad de lo que se escucha sea superior a lo que se recordaba?
De hecho es así.
Estas estructuras formales de la música de Beethoven me tienen que servir de plantilla. Pero hay algo que también deseo que me sirva de plantilla, y es la capacidad para pensar y llevar inmediatamente a la práctica mediante un ejemplo majestuoso y definitivo, su idea. Plasmar. Si hay alguna diferencia entre Beethoven y muchos de nosotros los mortales, es precisamente que en él de la teoría a la práctica no hay soluciones de continuidad, es todo un único movimiento.

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